Lo primero, kit de supervivencia básico:
- auriculares: para enchufarte la música en cuanto te sientas delante del ordenador y no oír al que da la brasa por detrás o al lado
- internet: para pasar algunos ratillos agradables, jugando a matar jefes (en broma) o destrozar mobiliario de oficina, para descargar
- unos buenos periódicos de deportes: para desconectar más fácilmente de la última bronca que te han echado, nada mejor que sufrir con la derrota del último día de la Liga de tu equipo favorito
Lo segundo, localización:
- en la oficina es fundamental estar situado en un sitio tranquilo, lo más alejado posible tanto del pasillo central como de la puerta de ese jefe gilipollas que tienes, para que le dé más pereza levantarse e ir hasta tí para darte la tabarra
Lo tercero, buenos hábitos:
- un buen contestador automático te hará el trabajo de filtrar llamadas indeseadas y de no dar pie a la gente a que se extienda cuando te tengan que pedir o consultar cosas
- no ir diciendo por ahí que tienes cuatro títulos diferentes en análisis de riesgos, ni que dominas Excel o Power Point o cualquier otro programa difícilísimo como éstos pero de uso cotidiano, para que a ningún gili se le ocurra que puede pedirte ayuda y acabar encasquetándote el marrón. Ser tonto reporta sólo ventajas.
- no ir a comer con jefes, ni ponerte a tiro a la hora de la comida para que te vean y te pidan que les acompañes al comedor y así, de paso, pasarte comentando toda la hora del almuerzo todos esos problemas que tu jefe gilipollas no sabe cómo resolver
- delegar, delegar y delegar: nada está dicho en contra del hecho de que todo lo que una sola persona pueda hacer, no puedan hacerlo dos... o tres... o diez. Si te enmarronan, ¡enmarrona! Si tu jefe te manda hacer algo tedioso y absurdo, dile que necesitarás por lo menos un equipo de diez personas de apoyo, más instituir un comité de trabajo y otro de supervisión para monitorizar los detalles del avance del proyecto. Convéncele de que no hay otra manera de hacerlo más que movilizando a la mitad de la plantilla, y verás lo rápido que desiste. En el peor de los casos en el que todavía insista en que la cosa se deba hacer - el muy gili... - habrás demostrado de paso tu capacidad de propuesta y tus dotes de liderazgo. ¡Toma ya!
- una mesa convenientemente desordenada le dará a cualquiera la impresión de que trabajas que te agotas, así que no osarán pedirte con tanta alegría ningún trabajo extra
- usa las bandejas de correo personales para dejar oportunas notas anónimas con trabajo extra a ese gilipollas que hay en tu equipo y que no para de cotorrear sobre su último coche o su último master o su última novia tetona o su... Cuando pregunte que de quién es la nota, encógete de hombros y dile "de tu jefe, supongo, no vayas a confirmarlo con él porque te dará el doble".
Y si después de todo esto, aún así te resulta difícil aguantar a un gilipollas en el trabajo, pues sólo te queda como remedio convertirte en uno de ellos y así seguro que te será más fácil. Lo dicho: como en Prison Break, no hay nada imposible, sólo algo que todavía no ha sido imaginado.
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