viernes, noviembre 28, 2008

Deslizarse hacia la mediocridad

Cuando uno ha nacido con ciertas cualidades, como tener inteligencia para llegar a saber sumar, leer y escribir bien, descubre en un momento dado de su vida que todo eso apenas si hace falta para de verdad sobrevivir en las empresas. Si uno es demasiado inteligente, y escribe sin faltas, se expresa con propiedad y trata de hacer su trabajo sin fallos, será tratado como un marciano y el enemigo número 1 del establishment. Si, por el contrario, se limita a asentir con la cabeza a todo lo que digan los jefes y los clientes, a no abrir la boca más que para lamer culitos de diverso tamaño y el resto del día limitarse a cumplir con el expediente, seguramente le irá mucho mejor en la vida.

Si uno es listo y se ha dado cuenta de esto a tiempo, o si por temas varios ha sufrido los suficientes golpes en la vida que le hayan hecho ver de qué va todo esto (recuerda, mi firma digital debajo del nombre de mi blog es “and you thought this was serious”, es decir, a ver si eres lo suficientemente “pringao” como para tomarte la vida en serio) sabrá que lo mejor para salir vivo del envite de tener que ir todos los días a trabajar, es dejar su ética profesional en casa, su cerebro a la puerta y armarse sólo de una encantadora y dinamizante sonrisa, que haga a la gente creer que todo va bien.

A la larga, sin embargo, un molesto gusanito empieza a hacerse hueco en tu cerebro, y un día descubres que estás perdiendo facultades. O habilidades, o ambas cosas a la vez. Acostumbrarse consciente y deliberadamente a ser un mediocre con tal de no destacar por encima de la media y lograr sobrevivir, puede ser un ejercicio peligroso para la salud mental, y la integridad de tu ser. ¿Para qué, entonces, tantos esfuerzos en el cole para sacar todo sobresalientes, si luego resulta que te perjudican en la vida real? Pues he ahí la cuestión. La vida no es lógica, te dicen una cosa de crío y todo lo contrario de mayor.

El caso es que, con el tiempo, uno llega a ser tan mediocre como los demás a los que intentaba imitar en su afán de supervivencia, y cuando intente dar vuelta atrás, quizás descubra que no la hay… No tengo respuesta a esto, es sólo una reflexión, inmerso como estoy en la experiencia de tener que sobrevivir en un mar de pequeñas mentes, incompetentes varios que chupan de los fondos públicos y gente que estudió para maquinista de barco, pero que, por los azares de la vida, ha acabado teniendo que trabajar en "estrategia", aunque por supuesto, sin conseguirlo nunca. Confrontado al peligro de la pérdida de mi "yo" estando en contacto con estos especímenes, todos los días intento en la intimidad de mi vida privada mantener ese pequeño trocito de mi mismo que me recuerde quién soy, para qué he luchado tanto en la vida, y que es lo que me permite respetarme y mirarme al espejo sin asco. Los demás, no sé qué es lo que les hace seguir respetándose a sí mismos, aunque dicen que la ignorancia es la primera condición para poder llegar a ser feliz…

3 comentarios:

ComeCoco dijo...

tTe entiendo completamente.
Yo trato de generar proyectos paralelos fuera de la empresa donde trabajo. Sé que las probabilidades de generar un gran negocio son bajas, pero por lo menos, como bien decís, puedo llegar a mi casa y todavía mirarme al espejo sabiendo que no soy como ellos.

Anónimo dijo...

Por fin, la meritocracía no existe... yo también soy de esos que deja el cerebro a la puerta del trabajo pero el cabr** de el se sabe la contraseña de la alarma y sobre las 10 en punto ya está otra vez dentro de mi cabeza... hay tres etapas: 1.- cuando todavía piensas que los méritos importan. 2.- cuando te das cuenta de que no es así y que lo que vale son esas otras cosas a las que te referías y 3.- la peor de todas, cuando insistes en pensar que el mérito tiene que primar por encima de todo y te tapan la boca, te quitan el micrófono, te vetan en las reuniones, te dicen que "mejor calladito", que es "el sistema"... vamos, que lentejas... que si quieres las comes y si no... pero quizá lo mejor es cuando, ya en fase 4.- te dicen que eres DESLEAL a tus compañeros y a tu empresa… esto es, si no queréis ser desleales (que debe ser lo peor del mundo) dejar a vuestro cerebro atado a la puerta del trabajo y cambiar el código de la alarma todas las semanas…

Anónimo dijo...

somos una generacion, que debe salir del nivel de medicoridad en el q estamos, no es una excusa quedarse donde estemos, generemos un cambio de revolucionar la mentalidad del hombre, seamos esa generacion de revolucion, amigosssssss