
Siguiendo con la segunda parte de
mi anterior post acerca de las
bondades de trabajar para cada sexo en particular, esta vez abordo el tema de las mujeres jefas.
Todas mis apreciaciones se basan en mi experiencia profesional, tanto en primera persona como inspirándome en jefas de colegas míos cercanos, así que no hay lugar para demasiados prejuicios. Es más, soy defensor del papel igualitario de la mujer en los puestos de poder y creo que hay un montón de talento por ahí tremendamente desperdiciado por no gozar de la debida visibilidad.
Como mujeres, yo diría que las jefas se distinguen en varias categorías, aunque menos variadas que en el caso de los hombres, por una sencilla razón: hay muchas menos mujeres en puestos de responsabilidad que hombres. Y me parece que su forma de acceder al poder determina en muchos casos la tipología de persona que nos vamos a encontrar:
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por el enchufe equivalente a haberse acostado con alguien, y siento decirlo, es cierto en muchísimos casos. Vale que muchos hombres se acuestan dentro de las empresas con otras empleadas, pero casi siempre suelen ser de rangos inferiores y por la mera diversión. No basan su ascenso en ganar favores de esta manera, básicamente porque las empresas son de hombres, con lo cual, y teniendo en cuenta que la mayoría son heterosexuales, esta vía de ascenso está descartada... Y de momento no he oído de nadie que haya sido ascendido meramente por haberse acostado con tal o cual Directora. Otros favores han mediado forzosamente en el ascenso (como, por ejemplo, ser el fiel perro de guarda que hace el trabajo sucio, tal como despedir a dedo a gente que haya sido señalada desde las altas instancias).
En mi opinión, es un método tan válido como cualquier otro, teniendo en cuenta cómo está el patio. Y es que en las empresas no son precisamente aquéllos que juegan limpio los que se llevan la mejor parte. Si los hombres juegan con sus armas - que se componen básicamente de la superioridad numérica, los partiditos de golf compartidos y las salidas por las noches para irse a locales de dudosa reputación- ¿por qué las mujeres no podrían hacer lo mismo? Lo mejor de estos casos es que las que son ascendidas por este medio están normalmente muy buenas o son bastante guapas, de ahí parte de su éxito en este menester. Así que a sus emplead
os estas jefas les encantan, porque añaden "color" a la monótona vida de oficina. (Qué triste expresarlo en estos términos, pero que levante la mano el primero que diga que las chicas guapas de la ofi no le animan el día, y si se tercia, algo más...). Sobra decir lo que les parece esto a las emplead
as...
Psicológicamente no tienen un perfil muy definido a nivel de management, bien porque no saben mucho de eso de manera profesional (fueron ascendidas de golpe y sopetón, con lo que les falta recorrido en muchos casos), bien porque en realidad "pasan" de los rollos de tener que gestionar gente; a ellas lo que les va es el ascenso y la posición y basta. Aunque eso sí, hay un rasgo que tienen casi todas y es el de estar muy agradecidas por ese ascenso, con lo que normalmente tratarán de no hacer demasiado ruido entre sus colegas y practican un management "no desafiante". Un ejemplo perfecto de esto: mi última jefa, simpática, agradable, directora de un área con muchísima gente, pero que no salía nunca al pasillo para interesarse por ellos más que para recargar su calentador de agua para las cinco tisanas que se tomaba del día. Deseo que le vaya bien, porque mala persona no es...
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por el enchufe equivalente a conocer a alguien poderoso en las altas esferas: alguien de algún Comité de decisión, un familiar, incluso lejano, o de la misma
secta, perdón, grupo social. Es muy llamativo particularmente el caso de la gente judía, que literalmente infesta las cúpulas de poder de algunas empresas, y donde si no se es de la misma tradición religiosa, no se tiene nada que hacer para prosperar. Sin querer entrar en polémicas, lo que sí he observado de la gente de esta religión en particular - y he conocido a varios a lo largo de mi vida, en ambientes y circunstancias muy distintos y sin ninguna conexión entre ellos - es la susceptibilidad de la que son presa y el victimismo continuo del que hacen gala. Sea donde sea y en la situación que sea, aprovechan cualquier oportunidad para hacerse las víctimas y culpabilizar a todo aquél que no esté de acuerdo con ellos, que, por ende, será declarado "enemigo", porque la mentalidad de esta gente es "si no estás conmigo, estás en contra de mí". Muy triste.
A nivel psicológico, son personas que
se creen permitido casi todo de cara a sus subordinados, sabiendo como saben que sólo la imagen que proyectan hacia arriba es la que cuenta y que sus pequeños o grandes fallos hacia abajo jamás serán tenidos en cuenta por sus "amiguitos". No dudarán en sacrificar a cualquiera que ose poner en duda sus méritos reales para llegar a esas posiciones de poder. Lo malo de este tipo de situaciones es que son gente que milagrosamente quedan fuera de los circuitos habituales de evaluación de competencias que se hacen normalmente en las empresas. Así, aún teniendo notas muy bajas en valoración por parte de sus subordinados, esos informes jamás verán la luz ni serán tenidos en cuenta por la Dirección. Su nivel de peloteo hacia arriba es máximo, su nivel de crueldad hacia abajo también. Se hacen sitio a codazo limpio y manipulan hasta lo indecible. Se creen mejores que los demás por derecho de nacimiento y no lo ocultan. Son incompetentes como el que más, pero van siempre por la vida auto-agobiándose y quejándose con egolatría de las "grandísimas" responsabilidades de las que se tienen que hacer cargo. Poseen un nivel muy deficitario de inteligencia emocional, e intentan congraciarse torpemente con los de abajo, sin conseguirlo realmente. Rehuyen el talento y la iniciativa, como no sea algo de lo que puedan aprovecharse y tienden a preferir gente borreguilla en sus equipos que nos les hagan sombra, de preferencia otras mujeres para dárselas de defensoras de las de su género pero no dudan en prohibirles que se queden embarazadas mientras estén en sus equipos. En realidad las eligen porque son más presionables y ceden antes al chantaje emocional, por necesidad. Utilizan a todos y a todo y no vacilan en destrozar vidas si es necesario. Es su derecho divino el que le otorga esas prebendas. Viven en las nubes, en una especie de realidad paralela.
Es la tipa que me hizo a mí (y a tres colegas más de nuestro equipo de cuatro) el acoso moral hace unos años, por eso me sé este perfil al dedillo. Era sobrina lejanísima de un Consejero del "board" ejecutivo de una multinacional, miembro de la
secta judía que domina esa empresa para más señas y se acostaba a sus 40 años con un alto cargo de Recursos Humanos con responsabilidad en todo el grupo. Pero casi nadie en la empresa lo sabía: ni lo del Consejero, ni casi lo de judía ni el nombre de ese alto cargo de RRHH. Yo sólo me enteré hacia el final. Lo que sí todo el mundo sabía es que no era normal saltar de hacer durante cinco años el puesto de mera redactora en la Dirección de la Comunicación, al de Responsable de Producto Mundo y de ahí encadenar una carrera de puestos importantes, pero dejando cagadas y cadáveres a cada paso. Ahora está de Directora de Marketing en Austria con todos los honores y sin hablar ni una palabra de alemán.
Caso particular de esto es el de
Ana-Patricia Botín, presidenta de Banesto. En un sector como el financiero donde ser mujer es casi un pecado, es obvio que ninguna otra mujer hubiese podido llegar a presidir un Banco de esa categoría sin ser la hija de quién es.
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por la mala leche: sin enchufe, son aquéllas que se lo han currado desde abajo y a base de golpes han aprendido. Se contienen muchas veces en público, han aprendido a guardar las formas y a desenvolverse en los distintos ambientes de la empresa, pero en privado echan pestes. Son temibles, odiadas y hacen gala de una agresividad muchas veces muy superior a la de sus colegas masculinos. Han llegado medio tarde a las esferas del poder y ya no hay nadie - salvo las maquinaciones malévolas - que pueda hacerlas descender de ahí. No se detienen ante nada, avasallan a cualquiera que ose expresar una opinión ligeramente distinta a la suya, y siempre están de mal humor. Tienen una pequeña corte de fieles perros rabiosos, a los que azuza contra la gente cuando se tercia. Un caso que expone perfectamente este tema en mi opinión, es el de
Carly Fiorina, ex mandamás de Hewlett-Packard. Finalmente no pudo con los perros rabiosos del otro lado, el masculino, que pusieron fin a principios de 2005 a su meteórica carrera - había empezado en HP como secretaria-.
- y por fin, están
las que han conseguido que sean sus méritos propios los que les consigan el ascenso. Pero son las menos. Casos como el de
Amparo Moraleda, Presidenta de IBM España y Portugal, puesta como ejemplo una y mil veces del éxito femenino en alcanzar las cumbres del poder. Estas mujeres, normalmente han tenido una carrera libre de baches, más o menos llana pero directa hacia el poder. Estaban en el sitio justo en el momento adecuado, y además tienen una personalidad fácilmente accesible - muestra también de la falta de grandes batacazos en sus vidas-. La suerte de la vida ha hecho que hayan podido atravesar de forma más o menos limpia todos los umbrales requeridos para alcanzar posiciones altas. Son competentes, o por lo menos eso dice su currículum. Tienen una visión de la vida positivista e incluso creen de verdad en los valores de la empresa. Lo que está claro es que en posiciones inferiores hay miles de mujeres igual de competentes que ella pero que no han tenido esa inmensa suerte de ver el camino tan libre de obstáculos extra, como son los que tienen que sufrir las de su género. Suponen quizás la excepción a la regla, y por eso también su mérito es haber tenido, ante todo, suerte.
Más o menos, estos son los tipos de jefas que se me ocurren y que he visto, no descarto que exista algún otro. Me he centrado más en su
forma de acceso a puestos de responsabilidad para diferenciarlas porque me parece que es este hecho por encima de cualquier otro el que determina su forma de ser en la empresa.
Ya sabemos que los hombres son como son, no se adaptan, no cambian: el puesto les tiene que encontrar a ellos y no viceversa. En el caso de las mujeres, sin embargo, es distinto: estando sometidas a una discriminación real en la empresa, todas son presa del ataque de pánico una vez que han conseguido ser jefas, de la manera que sea, y adoptan de manera casi automática los mismos tics autoritarios e injustos en el trato a su personal. Dan sensación de desorientación y de rumiar algo constantemente por debajo.
Aunque el mismo hecho de la existencia de una discriminación sexual efectiva y real en la empresa sea el que determina también que no sean las mejores las que alcancen el poder en muchos casos, sino las que mejor "se lo montan" de la manera que sea. Pero esto es ya materia de mi próximo post - y último - sobre estas diferencias en el liderazgo por parte de los hombres y de las mujeres. (Y no digo ya que el post sea el de mañana, puesto que no me hago responsable de la cantidad de tiempo que tendré para escribirlo..., estos días están siendo de locos en cuanto a trabajo y cosas que hacer).
Leer la 1ª parte:
Tipologías de jefes: Los HombresRelacionada:
Tipologías de jefes: ¿es cierto eso de que las mujeres son peores jefas que los hombres? (Parte III - conclusiones)