viernes, junio 29, 2007

El acoso sexual y el machismo siguen existiendo

Por si alguien lo dudaba.

Relato lo que le acaba de ocurrir a una compañera mía, una amiga muy cercana, que la verdad es que lo está pasando bastante mal estos días, como consecuencia del desenlace de la historia.

El tema es como sigue: un compañero de trabajo (soltero, de unos 36 años, sin novia conocida ni tampoco rollo sexual que le permita descargar), reputado en toda la empresa de esta chica por tener las "manos largas" y permitirse demasiadas familiaridades con las mujeres de la oficina, llevaba un tiempo fijándose en ella. Demostraba su habitual atención por toda fémina con diversos toqueteos: en los hombros, en los brazos, en la mano, como quien no quiere la cosa, constantes acercamientos físicos sobre todo en los ascensores, propuestas de ir a tomar copas en su casa... Miradas lascivas de vez en cuando delante de ella a sus pechos o su trasero, incluidas.

Por cierto, la empresa es otra multinacional de esas maravillosas, con gente que tiene másters y habla cuatro idiomas, pero ni eso parece ser garantía de nada. Vamos, que no estamos hablando de panadería de la esquina y a priori se podría esperar algo más.

Esta chica lo mantuvo a raya durante muchas semanas, escaqueándose de todas las situaciones donde se lo iba a encontrar y evitando en la medida de lo posible la cercanía física, sin caer en la falta de educación tampoco.

Pero el miércoles por la tarde de la semana pasada, por lo visto, las cosas fueron demasiado lejos: en una reunión de a dos con él en una sala de reuniones (aunque con la puerta abierta, según me dijo) éste se le echó encima literalmente. Intentó besarla, cogiéndola primero de los hombros y forzándola a que se diera la vuelta, y cuando ella le esquivó él se le quedó con la cabeza apoyada en su espalda. No llegó a besarla pero la pobre mujer se sintió muy violentada, en lo que fue claramente una invasión de su espacio físico.

La reunión prosiguió, pero con ella sentada lo más lejos posible de él (él es uno de sus jefes). Al día siguiente ella decidió poner el incidente en conocimiento de su propio jefe, porque todavía se sentía mal y porque confesó que no soportaba más las continuas insinuaciones sexuales y esa presión constante de tener que estar con la guardia alta frente a él.

Sobra decir que el jefe se lo contó a continuación a los de RRHH, que tomaron cuidadosa nota del incidente y le prometieron que se entrevistarían con el sujeto en cuestión para ver lo que había pasado.

El lunes por la tarde los RRHH la llaman al despacho y le comunican que está despedida, que lo sienten mucho pero que ella malinterpretó claramente el gesto de ese compañero suyo (no había malinterpretación posible ya que según ella este jefecillo puso su cara a menos de dos centímetros de la suya e iba lanzado), que él dijo que en ningún momento se había propasado, negó el haber intentado besarla y dijo no haber pensado nunca en ella más que como una compañera de trabajo. Todas sus actuaciones previas, sin embargo, le desmienten.

Es más, en el colmo de la hipocresía alguien le confiesa por lo bajo a mi amiga que "en fin, ya conocemos a X, no vamos a decir nada ahora" en el sentido de que no les extrañaba en exceso lo ocurrido, pero que aún así...

El despido es improcedente, por supuesto, pero con una indemnización irrisoria, prácticamente nada, amparándose en que no había testigos del suceso y que mi amiga no puede demostrar que eso sucediera realmente, en caso de decidir demandar a la empresa.

Lo increíble de todo este asunto es que ella intentó argumentar su despido, aludiendo a su excelente reputación, etc..., pero la empresa le dijo literalmente que "ellos conocían desde hace mucho más tiempo a ese señor que a ella, que había una relación personal muy estrecha con él" y que lo sentían mucho, pero ya que ella había declarado que se negaba a seguir trabajando con él, no quedaba otra opción que el que ella se fuera de la empresa.

Así, sin más. Despedida por denunciar un caso de acoso sexual. Y encima insultada por la propia empresa, que cerró filas en torno al acosador. ¿Por qué será que, extrapolada, esta historia me suena a algo?

Sobra decir que estos días la pobre muchacha está medio destrozada, pero que en ningún momento lamenta el haberse negado al chantaje y a la denigración. Y ha hecho bien. Ahora, que le queda el triste periplo en la cola del INEM porque en verano no hay mucha selección de empleo que digamos. Y ya veremos si consigue un trabajo tan bueno como el de antes y tan bien pagado, que se curró al máximo desde siempre. Qué injusticia de vida. Desde aquí, mis ánimos más sinceros aunque me consta que no tiene muchas ganas de leer blogs estos días.

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