Tras la aprobación discretísima de la reforma del nuevo IRPF en octubre pasado, donde se hacían numerosos recortes al carácter progresivo que este impuesto tiene que tener en todo Estado de derecho que se considere "social" (como la reducción de tramos impositivos de 5 a 4, la bajada del tipo impositivo máximo y la subida del mínimo del 15% al 24%), numerosas noticias empezaron a salir en todos los periódicos (campaña demagógica obliga) como que el bueno de nuestro Gobierno (me da igual de qué signo sea) venía en nuestra ayuda, los españolitos, para ayudarnos a pasar el mal trago del aumento indiscriminado de los precios de alimentos básicos, transportes y energía (por encima de la inflación, recordemos) y de los tipos de interés que harán que más de uno y más de dos (sobre todo los que compraron entre 2004 y 2006) tenga que plantearse malvender su vivienda ante la imposibilidad de pago. Lo que nos dan por un lado, nos lo quitarán por otro(s).
Pues que no te engañen: la tan cacareada "rebaja" fiscal proveniente de un cocktail de rebajas, subidas, ajustes y demás intríngulis fiscales, resultante en una disminución del 4.6% en las retenciones sobre salarios, será de sólo ¡131 euros de media por contribuyente! Y esto para el 87% de los sujetos al IRPF.
Tu gozo en un pozo, y el mío también, sabiendo, sobre todo, que gran cantidad de las medidas adoptadas en esta última reforma vienen a "empujar" al contribuyente a abandonar un comportamiento de ahorro tradicional y a adoptar de la noche a la mañana, y sin los conocimientos suficientes, conductas de especulación bursátil (algunos lo llamarán "inversión") que sólo beneficiarán (aún más) a las grandes empresas.
¿Y tú, qué fiesta te vas a pegar con los 131 euros que te dicen te vas a ahorrar?
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