Preparada en silencio, presentada sólo de refilón durante la campaña política por las elecciones del 14-M en 2004 (desvirtuadas, sin embargo, por lo que todos sabemos, con lo que el contenido de los programas electorales quedó soslayado), esta reforma del impuesto que nos grava a todos viene de aprobarse el pasado jueves con la más absoluta discreción y sin grandes aspavientos, no sea que se levante demasiada polvareda y “alarmismo social” entre los habitantes de este país. Y la verdad es que razones para alarmarse las hay a patadas.
Reproduzco a continuación las grandes líneas maestras de esta reforma, extraídas del periódico El Economista, y paso a analizarlas y a calificarlas como regresivas o progresivas, según se tercie:
1. La tarifa del IRPF se reduce de cinco a cuatro tramos: REGRESIVA. Por definición, una reducción de tramos impositivos es una medida regresiva por cuanto que unos márgenes más amplios discriminan (en sentido positivo) peor los distintos niveles de renta. Punto negativo para el Gobierno.
2.El tipo máximo pasa del 45 al 43 por ciento y el tipo mínimo sube del 15% al 24% (y añade el periódico: esto es así para el 60% de los contribuyentes…). REGRESIVA. Toda disminución del tipo impositivo por lo alto de la escala es una medida regresiva al reducir la carga fiscal sobre las rentas más altas, al tiempo que esta reforma sí mantiene, en cambio, el tipo impositivo mínimo para las rentas más bajas… ¿Le importará saber al Gobierno que, con los salarios mileuristas que se han puesto tan de moda, el 60% de la población, según El Economista, ha sido discriminado en favor de los más ricos? No creo. Y añade el periódico: “Este cambio supondrá una reducción de la carga fiscal, que será más acusada para las rentas altas y bajas y menos significativa para las medias”. Punto super-negativo para el Gobierno.
3. Se eleva la tributación del ahorro, que pasa del 15 al 18 por ciento. REGRESIVO. ¿Por qué lo es entonces, si todos, ricos y pobres, pagarán el mismo tipo de impuesto? Pues porque, por definición en la “ciencia” fiscal, todo sistema que no grave más a las rentas más altas que a las más bajas, es regresivo incluso cuando su tipo impositivo sea igual (que no “equitativo”) para todas las rentas.
Y es más: ¡qué oportuno, ¿verdad? que el Gobierno se suba con tanta desfachatez al carro de las subidas de los tipos de interés europeos, queriendo con ello sacar conveniente tajada del asunto…! Justamente ahora que estamos ya con Interés Real negativo por el diferencial entre el IPC (2.6% según los últimos datos de octubre) y el Euribor (3.83%). Justamente ahora que los depósitos de ahorros comienzan a ser por primera vez en muchos años más interesantes que la clásica inversión en vivienda… Yo creo que todo esto lo está haciendo el Gobierno para que nos demos cuenta de que ¡no son tontos! No, si ya lo sabíamos. Punto negativo para el Gobierno.
4. Se introduce una ventaja para los pequeños accionistas, ya que los 1.500 primeros euros de dividendos no tributarán. Pues yo diría que Regresiva, aunque claro, el que no quiera invertir en Bolsa que no invierta. Esto sería (casi) equiparable a un impuesto sobre el consumo: el que quiera (o pueda) consumir acciones, que pague impuestos. Lo mismo que el tabaco. Pero el caso es que todos los dividendos, independientemente de la renta de sus propietarios, tendrán el mismo mínimo exento. Y estamos hablando de rendimientos de capital, o sea de ingresos, no estamos hablando de consumo. O sea que…: REGRESIVA.
5. La tributación de los dividendos igual que los intereses favorecerá el endeudamiento de las empresas, que deducirán sus intereses al 30 por ciento. Al límite, es irresponsable esta medida. Empuja a las empresas a hacer menos esfuerzos en autofinanciarse (el sueño, aunque con limitaciones, de cualquier empresa), haciéndoles más fácil recurrir a agentes externos y a capital ajeno para financiar su supervivencia. Malo, malo, malo. Esto somete a las empresas a los vaivenes del mercado, supeditando en muchos casos sus posibilidades de crecimiento e inversión al gusto de los bancos que las financian. No beneficia una toma autónoma de decisiones en el seno de la empresa y pone aún más difícil una política coherente de gestión de los puestos de trabajo, incrementando la precariedad.
6. Planes de pensiones : el importe sujeto a deducción se reduce. Y con esto ya está dicho todo. Las deducciones serán menores seas rico, seas pobre, pero lo que importa es que, desde luego, esto no beneficia a las clases medias. Teniendo en cuenta la precariedad de las actuales pensiones y las más que probable quiebra del sistema de la Seguridad Social de aquí a unos 30 años (más o menos cuando los baby-boomers de mediados de los 70 nos jubilemos todos en masa…), y esto a pesar de la inmigración, el ir aportando a día de hoy a un Plan de Pensiones es lo menos que se puede hacer para asegurarnos algo más de los 300 euros con los que probablemente nos honrarán después de una vida entera de dedicado trabajo… Además de que esta medida lo que está enviando es el mensaje de: ahorrar menos, invertir/especular en Bolsa más. Ya, pero es que las inversiones en Bolsa son muchos más arriesgadas que el ahorro, pueden dar grandes alegrías, pero también traer grandes penas, y no queremos estar todos los días vigilando nuestras acciones rezando que tal o cual empresa no se le descubra un escándalo y nos quedemos con el culete al aire. ¿Remember Enron…?
7. Se rebaja el Impuesto de Sociedades a las grandes empresas al 32,5 por ciento, que bajará al 30 por ciento a partir del 1 de enero de 2008. ¿Una buena noticia, por fin? No tanto. Esta medida beneficia sin duda a los detentores del capital en las empresas, pero no a la clase media trabajadora. Se hace esto con la excusa de convertir a las empresas españolas en más rentables de cara a la competitividad en el mercado global, toda vez que España dejó de ser hace mucho el paraíso europeo de los bajos costes laborales, por lo que una rebaja del IS estaría destinado a compensar la pérdida de competitividad en términos de costes de trabajo. Pero ¿invertirán de verdad las empresas el beneficio adicional que obtengan por esta medida en creación/mantenimiento de empleo en España? No lo creo. Las empresas se comportan como buitres y la concienciación sindical en España es muy débil como para poder ejercer presión sobre los Consejos de Administración. Lo que pasará es lo que ha venido pasando hasta ahora y lo hemos visto todos: las empresas recogerán beneficios, seguirán con las prácticas salariales mileuristas, y le darán unas palmadas en el hombro a ZP por haber sido buen chico y haber bailado al son que las mega-companys le han marcado.
8. Se suprimen paulatinamente las deducciones fiscales de I+D y de innovación tecnológica. Craso error. ¿Es así como salvaguardaremos nuestro capital intelectual y científico en España, del que tanto se queja el Gobierno que se está fugando a otros países? Criamos y educamos con dinero muchas veces público a jóvenes con talento y capacidad científicos, y cuando llegan a mayores se tienen que expatriar porque a las empresas en España les importa un pimiento invertir en I+D mientras puedan hacer sus chanchullos en la Bolsa. La fuga de cerebros no es lo mejor para el futuro de un país, y desde luego, no sirve de nada proclamar desde el Ministerio de Industria que sin I+D España no podrá sobrevivir a largo plazo en el mercado mundial, si luego se hacen chapuzas como ésta. Ya no contamos con la ventaja competitiva de los bajos costes laborales, como lo decía antes; si no incentivamos el I+D estaremos perdidos de aquí a poco, si es que no lo estamos ya.
Bueno, y con esto ya estamos. Estas son las 8 maravillas con que el Gobierno de nuestra nación/Estado nos ha obsequiado, eso sí, dentro del mutismo más absoluto y sin levantar mucho la voz, no vaya a ser que la población se entere.
¿Consecuencias de todo esto?
1. Los PERDEDORES: los de siempre - las clases medias -, por si alguien lo dudaba. Los que sostienen la economía de este país, con su consumo masivo, con sus hipotecas, con el sudor de su frente. Se les mantiene el tipo impositivo mínimo, se les reducen los tramos, se les empuja a prácticas bursátiles que aseguren a las empresas obtener financiación externa, se promueve la especulación por encima de un ahorro seguro con el consiguiente riesgo de pérdidas financieras y desastres familiares que esto puede conllevar. Solamente estas medidas que promueven la fuga de capitales desde el mecado del ahorro hacia el de la Bolsa, que, recordemos, no es economía productiva sino especulativa, bastarían para calificar a esta reforma de dudosa. Pero los asesores financieros estarán encantados, por el contrario…
2. Los GANADORES: los de siempre - los ricos y las empresas -.
Se promueve, en definitiva, una mentalidad liberal digna del mejor partido conservador, penalizando con ello a la mayoría de la población, que es la clase media, y beneficiando a las rentas altas y a las empresas.
No, si al final va a ser verdad que la clase media tal como la conocemos está abocada a la desaparición, y que la sociedad va a tender cada vez más hacia los extremos: o los muy pobres o los muy ricos.
Y yo me pregunto: ¿dónde estábamos todos cuando todo esto se decidió?
Bienvenidos al siglo XXI, spanish version.
No hay comentarios:
Publicar un comentario