El 20 de octubre de 2006 un ingeniero informático del Technocentre que tiene la empresa Renault en los alrededores de París se lanzaba al vacío desde el quinto piso del edificio. Antonio B. tenía 39 años y era padre de un hijo de 11. Era el primero de tres suicidios que han enlutado desde ese día el Technocentre y han puesto en duda la "humanidad" de las reglas internas que garantizan la productividad de los trabajadores.
Para empezar, es una buena noticia que se haya conseguido responsabilizar en parte a la empresa de su parte de culpa en el devenir vital de uno de sus trabajadores, toda vez que la CPAM - organismo que gestiona el dinero correspondiente a las indemnizaciones en casos de enfermedad y fallecimiento - ha estimado más que suficientemente probado el efecto directo de las condiciones de trabajo en las motivaciones del suicidio.
Lo que me rompe el corazón, por otro lado, es que el análisis hecho desde fuera de la empresa, en los medios de comunicación, haya sido tan frío y se haya centrado en la excusa más fácil: el plan de producción excesivamente cargado de los ingenieros estaría en el origen del malestar extremo de estos suicidas... No es cierto. Las causas son mucho más profundas y vienen de mucho antes de que un señor de relumbrón (Carlos Ghosn) haya accedido al poder en la empresa.
Las causas son humanas, se encuentran todos los días en un clima laboral degradado y de una profunda violencia psicológica, todos son partícipes de ella. Empezando con los jefecillos, pequeños mandos a los que se les han confiado equipos que no saben cómo llevar, continuando con los responsables de RRHH que son cómplices de estos crímenes silenciosos de acoso contra los trabajadores y que no mueven un dedo, no sea que molesten a algún jefazo. Y terminando con la plana mayor directiva que pasa de todo, mientras no le afecte a sus primas anuales y a la comodidad de sus sillones...
Todos son cómplices. No vale echarle la culpa a la "globalización", como tanto se ha venido escribiendo sobre el tema, ni sobre los excesivamente ambiciosos objetivos del cost-killer Carlos Ghosn. La culpa existía desde bien antes de que este señor volviera de Japón a Europa. Echarle la culpa a él sólo demuestra una vez más la cobardía de los verdaderos responsables, que se encuentran en las capas medias de mando y que gangrenan el sistema desde hace décadas. Es lo que se llama "cultura de empresa". Ahora estos mismos cobardes y sus cómplices silenciosos optan por la vía de escape más fácil, culpar a una cabeza visible, y si ésta cae, ellos seguirán en el mismo sitio, haciendo lo mismo...
A tal efecto, resulta esclarecedora la siguiente descripción de los motivos del suicidio de esta persona en concreto:
[...]Antonio B. "atravesaba una fase crítica desde después del verano, pues decía que su trabajo y la continuidad del mismo estaban siendo regularmente cuestionados por un miembro de su jerarquía".
O, dicho de otra manera, mofa en público. Culpabilización sin piedad del subordinado. Ataques personales y menosprecio a su valor como profesional. "Regularmente". O sea, hasta la extenuación, llevándo al trabajdor al límite. Y esto entendido como un fenómeno que ha estado ocurriendo seguramente durante años. Nadie se suicida tras sólo 6 meses de presión en el trabajo, el daño a la persona tiene que ser mucho más profundo.
Por eso los problemas de Renault no han acabado, ni acabarán, porque en realidad todo el mundo sabe quiénes son los culpables, pero ocurre que ahora se visten de víctimas... Mientras tanto, las verdaderas víctimas saltan por las ventanas o se cuelgan del techo con ayuda de un cinturón en sus casas. Y no parece que haya nadie dentro de esa empresa capaz de poner freno a todo eso, porque en este caso los lobos son los que cuidan el rebaño. Y no, no me preguntéis cómo sé todo esto... Aunque, por supuesto y tal y como lo dice mi disclaimer, esto puede que no sean más que imaginaciones mías...
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3 comentarios:
Conozco el caso porque se ha comentado mucho en el sector de automoción. Lamentablemente Renault ha presionado demasiado para que no se diera mucho bombo a este increible y durisimo suceso.
Demasiado abuso, demasiada corrupción, demasiada ilegalidad y, como dices, a lo mejor sólo fruto de mi imaginación-
Lo de Renault no tiene nombre en todo este asunto. Su gemela en el grupo, Nissan, ya había sido acusada en público a través de un blog, de acoso moral a una embarazada, y ahora esto... Eso de que salte a todas las primeras planas del mundo no les ha sentado nada, nada bien... Pero por lo menos, ahora todo el mundo se hace un poco idea de cómo son las cosas dentro de esta compañía...
No solo en automoción. En empresas de telecomunicaciones como Orange. Donde se fusiono Wanadoo y Amena, hay una caza de brujas por parte de los mandos intermedios de Amena hacia los empleados del antiguo Wanadoo. Hay una epidemia de bajas por ataques de ansiedad aunque cada vez menos, porque quedan menos empleados. Y tal y como cuentas en el post, la dirección tiene constacia pero no hace nada. Es preferible que la gente se vaya por presión psicologica y así se ahorran los despidos y la publicidad de un E.R.E.. No me extrañaría que el día menos pensado salieramos en prensa. Porque sigo aquí viendo todo esto, prefiero ser anónimo. Un Blog muy interesante. Saludos
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