Es un trastorno emocional provocado por el trabajo y conlleva graves consecuencias físicas y psicológicas cuando el fenómeno se somatiza. La ansiedad y la depresión dan origen a numerosas bajas laborales.
Síntomas:
- astenia y agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos)
- palpitaciones
- taquicardia y pinchazos en el pecho
- aumento de la tensión arterial
- dolores musculares, sobre todo en la zona lumbar
- cefaleas
- problemas digestivos
- trastornos del sueño e inapetencia sexual
El problema surge cuando los horarios no les permiten solucionar todo lo que quieren o que habían idealizado la profesión y la realidad no se parece en nada a lo que había imaginado que era. La frustración se produce cuando ven que su trabajo no es productivo y sienten que su trabajo es baldío.
Los bajos sueldos, los escasos incentivos profesionales o la pérdida de prestigio social son también factores que propician la aparición del Burn Out.
Las profesiones relacionadas con el mundo sanitario, de la educación o la administración pública suelen ser las que más incidencia reflejen en las estadísticas porque están en contacto con personas con problemas y suelen ser ellos los que deben solucionar esos problemas. Entre el 20% y el 30% de los médicos, profesores y policías locales padecen sus síntomas.
Una sentencia del Tribunal Supremo en el año 2000 reconoció este síndrome como una dolencia psíquica causante de periodos de incapacidad temporal y como accidente laboral.
Vía Universia.
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A mí lo que me parece más grave es que incluso gente tan joven como de 28-30 años, con sólo 4-5 años de trabajo a sus espaldas, vienen ya con un síndrome de burnout bestial, tras jornadas interminables de 14-15 horas diarias, fines de semana incluídos, haciendo algo que no les gusta, no les realiza lo más mínimo y aguantando a unos jefes completamente deshumanizados. A los 30 están ya quemados y sin ganas de seguir haciendo el paripé en el mundo "corporativo".
Tras unos años de ilusiones paseadas por los pasillos corporativos en trajes de chaqueta y en fundas de ordenadores portátiles, se acaba por ver la cruda realidad en todo su esplendor, y entonces ¿qué? Muchos lo dejan y se largan literalmente al otro lado del mundo, a servir zumo de naranja en el bar de una playa paradisíaca, o se reconvierten en monitores de buceo, o se meten en organizaciones humanitarias y se van a África a ayudar a los seres verdaderamente humanos que habitan ahí. Pero lo que es seguro es que no volverán nunca a ser la misma persona de antes, ni para bien ni para mal. Algo se pierde en todo este proceso tan corto, de sólo unos años: se pierden a sí mismos.
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Leer más: Uno de cada cinco profesores en España está 'quemado' por su trabajo
1 comentario:
Hace dos semanas conocí a un chaval así tendría unos 26 - 27 y tras estar trabajando varios años en una consultora por un sueldo inicial prácticamente rídiculo para las horas invertidas y el esfuerzo de desprenderse de sus amigos, acabo tan cansado que provó a irse a Escocia y tras ver que a un así nada. Se volvió a España pero nada más y nada menos que como fotografo.
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