Los resultados de una reciente encuesta revelaron que el 90% de la población estadounidense que trabaja, admite haber tenido relaciones sexuales con un compañero de trabajo en las instalaciones de su oficina.
La mayoría de ellos asegura no tener ningún prejuicio sobre disfrutar de encuentros íntimos en su espacio laboral. En esta encuesta participaron más de 31.000 personas entre los 33 y 36 años de edad.
La mayor parte de las experiencias que cuentan se corresponden al pie de la letra con las fantasías más extendidas entre la gente, esto es:
1. Hacerlo en la sala de juntas (no, no vale una de reuniones pequeña y normalita, tiene que ser en la grande, con las sillas en cuero, la mesa enorme, y un peligro enorme de que sea el mismísimo presidente de la empresa el que los descubra)
‘Mi esposa y yo nos conocimos en el trabajo y nos enamoramos perdidamente. La atracción física entre nosotros era tan fuerte que hacíamos el amor donde podíamos: bajo mi escritorio, sobre el de alguien más, en una silla, en el clóset de los trapeadores, incluso una vez lo hicimos sobre la mesa de la sala de juntas de dirección... ¡¡¡uuufff... ardiente!!!’. Andrés, ingeniero en telecomunicaciones, 33 años.
2. Encima de la fotocopiadora (incluso hay vídeos en Youtube que ilustran el tema): cuidado si la fotocopiadora se pone en marcha y se dejan huellas indebidas detrás... Cuidado además con toquetar los botoncitos y desprogramarla, al día siguiente la gente empezará a hacerse preguntas...
‘Una vez tuve un amorío con el chico de las copias, sus pompis eran tan sensuales que no pude resistirme. Nos encerramos en su cubículo y él colocó un letrero que anunciaba que había salido a comer, sin embargo estoy segura de que mis gritos se escuchaban claramente afuera. Nunca antes había notado la altura tan magnífica que tienen las fotocopiadoras’. Betty, licenciada en derecho, 36 años.
3. El jefe y su secretaria: clásico, clásico, clásico... Normalmente suele acabar mal, ya que el jefe nunca deja a su mujer por la secretaria.
‘Tener una historia amorosa en la oficina ha sido para mí un estímulo para alegrar la jornada y me ayuda a trabajar mejor. Actualmente soy uno de los protagonistas de la clásica relación que jamás pensé que experimentaría: el jefe y su secretaria. No lo hago por quebrantar las leyes de la empresa ni mi matrimonio, simplemente es por la emoción sexual de tenerla a ella sentada sobre mí en el sanitario y cumplir nuestras fantasías sexuales en el lugar menos permitido’. Samuel, arquitecto, 34 años.
4. Hacerlo en los baños: debe de ser que el olorcillo que reina ahí a algunos les produce un extraño efecto sobre la líbido. Sea como fuere, se puede hacer o sentado sobre el "sanitario" o encima del lavabo, o ya en plan bestia, contra la puerta de entrada, dando golpes, para que todo el mundo se entere.
5. En el aparcamiento: otro clásico. Metidos en el coche, que algunas veces no da más de sí entre la sillita del niño, las bolsas de deporte, etc... Haciendo balancear el coche para que las cámaras de seguridad lo capten todo y los guardias se tronchen de la risa. Si puede ser, después salir del coche con la expresión más digna posible y la cabeza alta. No hagas caso de las risitas de los guardias de la entrada, seguro que no han visto nada.
‘El sexo más excitante lo viví en el estacionamiento de la empresa, dentro de mi automóvil. El espacio reducido, el calor y el estrés realmente calientan los ánimos. Además tienes las ventajas de que no necesitan pagar un hotel y el auto es bastante útil para desbordar tus pasiones cuando traes el motor encendido. Es algo incómodo, pero cuando surge la emoción, nada más adecuado para el sexo’. Cristina, dermatóloga, 33 años.
6. En el pasillo de la escalera: no, no tiene tanto glamour, os pueden pillar igual y esta vez incluso puede ser alguien externo a la empresa que se equivoque de puerta, pero da igual. El resonar de los ruidos amplificados por las paredes de piedra es el mejor afrodisíaco, además de que a alguien que pueda estar unos pisos más abajo le podáis alegrar el día con semejante actividad.
‘En mi trabajo anterior, el único lugar disponible para tener apasionadas sesiones de sexo con mi compañero de área eran las escaleras de emergencia, sin cámaras de seguridad, sin nadie que las prefiriera a los elevadores. Pero el sexo jamás nos impidió cumplir con nuestras responsabilidades’. Cecilia, intérprete traductora, 35 años.
7. En medio de las reuniones: éste es otro clásico. A la gente le pone el peligro, no hay duda, hasta el punto de meterse mano en medio de las reuniones, o en las comidas en los restaurantes, lo principal es que el resto de asistentes no se den cuenta... aunque, y eso os lo asegurará cualquiera, para los demás se nota un montón lo que pasa por debajo del mantel...
‘Las minifaldas alborotan a cualquier hormona despistada, sobre todo si la susodicha tiene un cuerpazo. Mi jefa siempre cruza las piernas frente a mí y se inclina constantemente para dejarme ver su profundo escote. Incluso ha habido juntas en las que nadie sabe todo lo que está pasando de nuestras cinturas para abajo. Mi adrenalina sube a todo lo que da por la tremendamente excitante posibilidad de que nos atrapen’. Javier, ejecutivo de ventas, 34 años
8. Otros sitios: bajo el escritorio (¿eh? debe de ser un escritorio inmenso), en el despacho del jefe/a, en la salita del café el viernes por la tarde cuando todo el mundo se ha ido, en el autobús de la empresa camino de alguna convención, etc...
Seguro que hay algunos más, lo que importa es que esos pocos queden en secreto para que no os vayan a buscar ahí. Así que no lo digáis.
1 comentario:
me ha molado el post :)
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