Espido Freire acaba de publicar hace pocas semanas un libro titulado "Mileuristas. Retrato de la generación de los mil euros", donde hace un repaso a modo de ingeniería social sobre los problemas y las características de la así llamada "generación X", es decir, de aquéllos que estudiaron durante los 90 y se incorporaron (o lo intentaron) al mercado de trabajo a partir del año 2000.
Mileurista es el palabrejo que una cierta Carolina Alguacila acuñó en agosto de 2005, en una carta al director enviada al diario El País, donde hacía referencia a la generación de seres humanos entre veintitantos y treinta años cuyo valor en el mercado es de 1000 euros mensuales.
Y la verdad, el panorama que pinta es muy desolador, por si no había quedado suficientemente claro. Más allá de los típicos "no encuentro trabajo", "no me pagan bien", "no tengo estabilidad laboral", "me explotan",..., Freire describe a esta generación como:
- apática
- muy pasiva
- se ríe de todo
- profundamente individualista
- quejosa, aunque sin estar lo suficientemente mal como para tomar medidas desesperadas
- sin intenciones de llevar a cabo una revolución real para cambiar sus condiciones de vida
- obsesionados con la vivienda, al igual que sus padres, pero sin tener los medios necesarios para procurársela en propiedad
- muy preparados pero que reciben ingresos y asumen responsabilidades menores de las que obtuvieron sus padres
Hasta ahí, la descripción, con la que se puede estar más o menos de acuerdo. Pero no da la respuesta: ¿de quién es la culpa de que un montón de gente JASP (todo el mundo sabe lo que es) salga al mercado de trabajo y se tenga que ir a casa (de sus padres) con una propina de 1000 euros en el bolsillo?
Lo que trato con este artículo es reflexionar sobre un fenómeno social ampliamente extendido, lógicamente siempre habrá excepciones y gente que no se sienta identificada con esta situación, lo cual es loable y admirable. Y digo esto porque habrá algunos que exclamarán indignados que "eso es la competencia: dime 3 razones por las que habrían que pagarte más", como algún comentarista apasionado de por aquí. Sin entrar a personalizar el tema, porque este blog trata de muchas cosas y no todas necesariamente me han tenido que pasar a mí para poder reflexionar sobre ellas, sí es verdad que competencia la ha habido siempre. No se puede echar la culpa al fenómeno "baby-boom" de mediados de los 70 para justificar los bajos salarios. También hubo un baby-boom antes, justo después de la Segunda Guerra Mundial, el de nuestros padres, y cuando llegaron al mercado de trabajo en los 60/70 bien que encontraron uno y mejor pagado en términos relativos a la situación actual.
A nuestros padres le llegó el dinero para comprarse el piso, para irse de vacaciones con toda la familia, e incluso a algunos para adquirir una segunda residencia. Les llegó para criar sus hijos (varios) y para pagarles los estudios e incluso alguna estancias en Inglaterra o EEUU para que aprendieran el idioma y vieran el mundo. ¿Cuántos de nuestra generación podríamos siquiera soñar con hacer lo mismo con nuestros hijos, después de pagar la hipoteca, el coche, comer, salir, vestirse e irse de vacaciones? Y todas ellas son opciones progresivamente excluyentes, ya que empezando por lo primero, la hipoteca o el alquiler del piso, con sueldos de 1000 euros, si queremos seguir con la lista nos tendríamos que parar muy pronto.
Una posible explicación se encuentra básicamente en las respuestas de la gente y no en los libros sesudos, y es que precisamente la generación de nuestros padres es la que rechaza dar el relevo a la nueva, obligándola a posponer su entrada definitiva en el mundo de los adultos, con todas sus responsabilidades. Esto es: según la interpretación de muchos, son precisamente nuestros padres, debido a la mejora de las condiciones de vida y de salud, los que se aferran a sus puestos de trabajo e impiden el relevo generacional.
Y esto se ve todos los días en las empresas: gente con MBA contratada para hacer de administrativos, jefes que no dan voz ni voto a los más jóvenes en las reuniones, auténticas envidias generacionales, sobre todo por parte de las mujeres que se acercan a los cuarenta, acusaciones injustas de “titulitis” y formación de grupúsculos enfrentados entre los “antiguos” y los “nuevos”, con la desventaja añadida para los nuevos de que tienen que callar y tragar, sin tener ni siquiera derecho legítimo a defenderse porque si no “ya sabes dónde está la puerta”. ¿Era así antes? Quizás, pero en mucha menor medida; mis padres a los 28 llevaban ya varios años viviendo como adultos, estaban establecidos en su profesión, casados, con casa, niños, coche y responsabilidades a la medida de sus estudios.
Nos encontramos así en la situación de que la generación X, excesivamente preparada en muchos casos y con ganas de lanzarse el mercado laboral, se encuentra taponada por la generación precedente, de gente mucho menos preparada académicamente pero que tiene la ventaja de estar ya en posesión de un sillón en la oficina. Por supuesto, no todo es la formación, la experiencia es un grado, como siempre se dice, pero fueron precisamente esos padres los que pusieron tanto acento en que sus hijos estudiaran como medio para labrarse un futuro mejor, que es la cantinela de todo padre preocupado por sus retoños.
Y ahora resulta que hay cierta envidia hacia esta generación tan preparada, resulta que la generación pre-X no quiere aceptar que hay otra que viene por detrás, quiere tener gente extraordinaria por el coste de un chupa-chups, pero que en ningún caso les haga sombra. Están en posesión del poder, son los estamentos de decisión en las empresas, y ellos ponen los estándares de entrada.
Y con ello llegamos a una gran verdad: hoy en día se está retrasando el relevo generacional intencionadamente por parte de los que no quieren verse desplazados del mercado de trabajo por los nuevos. Es humano, es comprensible, pero Houston, tenemos un problema: ¿existe entonces en España una generación que "sobra"?
Muchos hablan de que será la generación Y (y no es que me gusten estas letras, precisamente), la de los criajos de ahora, la que tomará el relevo a la de nuestros padres, cuando a éstos no les quede más remedio que jubilarse y abandonar el ruedo. Yo estoy por creérmelo. Con el añadido de que esta dicha generación "Y", acostumbrada a tenerlo "todo", tendrá un problema muchísimo mayor: su estándar de vida sufragado por sus padres se colapsará al chocar con una cosa llamada Realidad (y la jubilación de sus progenitores). Totalmente malcriados, acostumbrados a que se lo den todo gratis y a la voz de ¡ya!, a exigir y a ser servidos. Yo dudo de la capacidad de supervivencia de los Y, viéndolos ahora con esa indolencia y ese desconocimiento del concepto “esfuerzo”. Y citando a un comentarista: “Las frustraciones se forman con las expectativas... y esta generación Y espera seguir viviendo igual cuando se tengan que pagar su tren de vida.”
En definitiva, W, X, Y, etc..., seamos lo que seamos, es evidente que en el mercado de trabajo hay actualmente un problema de relevo generacional, que se traduce en efectos sociales como la falta de independencia personal, la baja natalidad y la falta de recursos propios para vivir una vida de adulto como tiene que ser..., al menos como los adultos que nos prepararon para ser.
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5 comentarios:
Bueno todo depende, creo que hay una parte de la sociedad muy pasiva entre los jovenes y otra parte muy activa, al igual que pienso que hay gente mas maytor que lo ven todo muy facil y la culpa siempre es nuestra (vease el caso) y otra que entiende que los tiempos no son los de franco... no?
Si, como siempre hay de todo... pero depende de en qué proporción.
Sí. Visto desde la frialdad de los números (léase euros o dólares) y en términos de Economía, hay una 'generación' que sobra.
Pero, respecto a 'mileuristas', y todo, mi idea es demasiado, como decirlo, utópica.
Hasta que las empresas no busquen objetivos sociales o humanos, en lugar de sólo económicos. Habría más equilibrio y dignidad. Y también menos contaminación o inmigración (millones de personas no tendrían que abandonar sus hogares para ganarse unos miserables céntimos).
Ya lo ves. Muy utópico.
Un abrazo !
jeje, gracias cineahora por tu visión, aunque ciertamente "utópica", es la que quisieramos todos que fuese cierta. Algún día... Saludos
Pues estoy muy de acuerdo. Veo las cosas de la misma forma. En Argentina es igual. Di clases a la generación Y y veo que nos espera un futuro terrible.
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